La piel es el órgano que constituye nuestra principal barrera de defensa contra agente externos como el medio ambiente y las infecciones. Es fundamental el papel del pH para que la barrera de defensa sea realmente eficaz.

El recubrimiento que hay en la superficie externa de la piel, se conoce como manto ácido, una emulsión de agua y lípidos formada por la mezcla de ácidos grasos que provienen de las glándulas sebáceas, con las secreciones de las glándulas sudoríparas. Como su nombre indica, este manto es el que aporta la acidez a la piel, que generalmente tiene un pH cercano a 5.5.

Tu piel debería ser ligeramente ácida, con un rango de pH que oscile entre los valores 4.5 y 5.9. La mayoría de los estudios realizados coinciden en que el nivel idóneo de pH en la piel es de 5.5.

  • Piel grasa: entre 4.9 y 5.0
  • Piel normal: entre 5.2 y 5.5
  • Piel seca: entre 5.7 y 5.9

La principal razón de estos datos es que, entre la dermis y la epidermis de la piel hay un tejido llamado «manto ácido» con un nivel de pH ligeramente ácido que, por un lado, protege a la piel de bacterias dañinas, hongos y virus, y por otro, ayuda a mantener la humedad y las bacterias saludables que viven en ella.

¿Como puede desequilibrarse el pH de la piel?

El pH óptimo de la piel está condicionado por múltiples factores, tanto de carácter interno, como externo. Veamos cuales son con mas detalle:

Factores internos:

Entre los condicionantes internos que afectan negativamente al manto ácido de la piel encontramos la propia genética, la edad y los cambios hormonales. La dermis masculina posee un pH relativamente inferior en comparación con la mujer. Asimismo, la piel de los bebés y de los/as niños/as hasta la pubertad tiene un pH más elevado. Sin embargo, en edades más avanzadas la alcalinidad vuelve a ser la protagonista, mientras que en etapas vitales intermedias el pH es más ácido. Por último, en la adolescencia, el embarazo y la menopausia, también suelen producirse alteraciones hormonales que pueden incidir directamente en el buen estado del manto ácido de la piel, especialmente en zonas como los genitales.

Factores externos:

Son varias las causas externas que pueden afectar a nuestra piel y hacer que su pH se desestabilice. Por ejemplo, la contaminación, el cambio de temperatura o humedad, los cosméticos alcalinos, algunos medicamentos y procedimientos médicos, así como ciertos productos químicos. Lavarnos en exceso también puede conllevar a alteraciones en el manto ácido de nuestra dermis y, por consiguiente, impedir su función protectora.

¿Que podemos hacer para mantener un pH óptimo?

Evitar usar agua demasiado caliente al ducharse, lavarse la cara o las manos, para prevenir el daño que provoca a los lípidos naturales.

Limitar la duración de las duchas. La razón es que el pH del agua es más alto que el de la piel y puede influir en él afectando a la función de la barrera de este órgano, sobre todo si el contacto tiene lugar repetidamente y con una exposición demasiado prolongada.

Tratar de no usar productos que contengan sulfatos. Quizás una de las razones más comunes por las que se alteran nuestros microbiomas y el pH es que los jabones fuertes y los sulfatos tienen un pH muy alcalini.

No excederse con la exfoliación ya que se corre el riesgo de dañar la capa de sebo natural de la piel, que es un elemento clave para el manto ácido.

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