¿Qué es una mirada expresiva? O, al contrario, ¿qué es una mirada inexpresiva? Desde mi punto de vista, es aquella que carece de fuerza, de vitalidad y, sobre todo, de personalidad. Y, ¿cuáles son los elementos que juegan un papel fundamental en la mirada? Son tres: las cejas, las pestañas y el contorno de los ojos.

Comenzaremos hablando de las cejas. Cuando nos enfrentamos a un diseño de cejas, lo primero que tenemos que hacer es saborear su esencia. Independientemente de los rasgos físicos, que por supuesto se tendrán muy en cuenta, es fundamental analizar cuál es la naturaleza de cada ceja y cómo podemos mejorarla.

Permanente, pero no tanto

El primer paso en este proceso consiste en dejar que el pelo vaya creciendo poco apoco y valorar qué partido se le puede sacar a las cejas sin necesidad de recurrir a técnicas de maquillaje semipermanente, ya sea micropigmentación o microblading. Si, tras esta valoración, que no es inmediata y requiere de un seguimiento durante varios meses, concluimos que existe algún tipo de enfermedad tricológica, que nos encontramos ante cejas muy despobladas y sin posibilidad de que el pelo salga por sí solo, con calvas producidas por un exceso de depilación repetitivo o simplemente queremos proporcionar un color permanente con el fin de evitarle al cliente el uso de lápiz de cejas a diario, es entonces cuando recurriremos a una técnica de micropigmentación o microblading.

Una de las preguntas más frecuentes que me hacen mis clientes es qué técnica es mejor entre las dos comentadas anteriormente. Mi respuesta siempre es la misma: no hay una técnica mejor que otra, dependerá de cada caso, de la capacidad de fijación de la piel y del resultado esperado por el cliente. De esta manera, si lo que buscamos es una mayor fijación y permanencia de los pigmentos en la dermis, será más recomendable recurrir a la micropigmentación; si, por el contrario, lo que prima es la sutileza y la consecución de unos resultados más naturales, recurriremos al microblading.

La gran “desventaja” que tiene este frente a la micropigmentación es la duración, ya que al tratarse de una técnica en la que el pigmento se introduce a un nivel más superficial, su permanencia es menor. La pregunta que debemos plantearnos es: ¿hasta qué punto es interesante que algo permanezca tanto tiempo en nuestro rostro? Si tenemos esto en cuenta, lo que aparentemente parece una desventaja se convierte en un aliado, considerando que las facciones de nuestro rostro cambian con el tiempo y que lo que en un primer momento nos gusta, con el paso de los años puede no gustarnos tanto.

Todo esto lo pongo sobre la mesa porque, a la hora de enfrentarnos a un trabajo de maquillaje semipermanente, es más vital que nunca tener muy en cuenta al cliente, escuchar sus necesidades y expectativas y explicar el tratamiento con absoluta claridad, exponiendo pros y contras. Es la única manera de acertar a la hora de recomendar una técnica u otra.

Densidades y longitudes

Si hablamos de pestañas, estas también tienen su papel protagonista en la expresividad de la mirada. Aquí hay que tener dos factores en cuenta: la densidad y la longitud. Cuando iniciamos un tratamiento, deberemos observar la base con la que parte el cliente. De esta manera, si nos enfrentamos a pestañas muy débiles o con una longitud muy corta, la primera recomendación será aplicar un producto crece pestañas, que en un plazo de unas 6-8 semanas estimulará su crecimiento y mejorará notablemente la densidad. Una vez conseguido este objetivo, estaremos preparados para iniciar el tratamiento en cabina: el lifting de pestañas.

Con esta técnica moldeamos la pestaña de forma semipermanente, con resultados que pueden alcanzar el mes y medio de duración. El quid de la cuestión de este tratamiento radica en que cambiamos el ángulo de la pestaña, creando un efecto visual de mayor longitud. Es un servicio totalmente recomendado, ya que no implica mantenimiento, no tiene ningún efecto secundario y produce una mirada más juvenil y fresca.

Otro aliado para simular una mayor densidad es la aplicación de color en la raíz de la pestaña, trabajo que realizaremos con micropigmentación. La personalización del tratamiento es infinita: desde un sombreado en la raíz de las pestañas hasta el famoso efecto eyeliner que define la forma de los ojos. En mi caso, no soy nada partidaria de los eyeliner muy gruesos o marcados, ya que a largo plazo, con el descolgamiento de los párpados, pueden conseguir el efecto contrario al deseado y dar sensación de ojos caídos.

La permanencia del tratamiento variará en función del tipo de piel, de los pigmentos empleados y del cuidado posterior del cliente. Y estoy segura de que, con el paso de los años y la evolución de las técnicas, conseguiremos resultados más perfeccionados y duraderos.

En constante cambio

Es el caso de la micropigmentación, que ha tenido una evolución constante. Su historia se remonta al año 1850, momento en el que se empezó a usar la técnica para disimular cicatrices y marcas de nacimiento. Ya desde la Segunda Guerra Mundial se consideraba la micropigmentación como el procedimiento ideal para dar color a cejas, labios y párpados.

Las modas también han cambiado: en los 80, el eyelinermicropigmentado se llevaba en tonos blancos, verdes, azules y con líneas muy marcadas, con un enfoque mucho más extravagante del que tenemos hoy en día, donde prima la sutileza, la elegancia y una belleza más natural o, al menos, que así lo parezca.

Lo mismo ocurre con las cejas: en los años 80 se aplicaba un efecto lápiz que producía cejas mucho más compactas de color, más artificiales y marcadas. Hoy en día, el resultado deseado es el contrario, buscamos naturalidad y un efecto pelo apelo, que pase desapercibido creando un trabajo sutil y muy limpio. Por este motivo se produjo la transición de la micropigmentación al microblading. El origen de esta técnica viene de lejos: se basa en una técnica tradicional japonesa para tatuar llamada Tebori (“tatuaje a mano”), en la que el procedimiento era totalmente manual, utilizando solo agujas y tintas, sin que interviniera ninguna máquina. La técnica evolucionó hasta lo que conocemos actualmente.

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