La hiperhidrosis se caracteriza por una sudoración excesiva que no tiene porque estar relacionada con el calor o con el ejercicio. La sudoración o transpiración es una función de la piel para mantener constante la temperatura corporal. Sin embargo, la hiperhidrosis o exceso de sudor incontrolable e impredecible puede dificultar las relaciones sociales y laborales.

Las personas con hiperhidrosis tienen glándulas sudoríparas hiperactivas y la sudoración incontrolable puede conllevarles una gran molestia, tanto física como emocionalmente, afectándoles en su día a día según incrementa el grado. Así, es común que muchas personas con hiperhidrosis quieran evitar situaciones que requieran de contacto físico, tales como saludar con un apretón de manos, abrazar etc. Asimismo, también suelen limitar los movimientos de brazos y adoptar posturas rígidas para ocultar la sudoración de las axilas, ya que las manchas de sudoración en la ropa son visiblemente notables. También es común que dichas personas se cambien varias veces de ropa, o bien se duchen entre otros hábitos.

Según la localización, la hiperhidrosis puede ser: axilar, palmoplantar, gustativa o generalizada, y según la extensión puede ser localizada (abarca una superficie igual o menor a 100cm2) o generalizada, cuando el exceso de sudor abarca una superficie mayor de 100cm2.

 

Síntomas de hiperhidrosis

La sintomatología es evidente: un exceso de sudor en distintas partes del cuerpo sin causa aparente y de forma incontrolada y repentinamente.

¿Cuáles son las causas de la hiperhidrosis?

Las causas de la hiperhidrosis pueden ser primarias o secundarias. La hiperhidrosis primaria suele ser más localizada o focal, y la causa es desconocida, aunque es evidente que existe una hiperactividad simpática y exceso de respuesta sudomotora. Principalmente es posible que tenga un componente hereditario. Hay situaciones de tensión y nervios que acentúan el cuadro. Muchos pacientes explican que se ponen nerviosos cuando detectan que rompen a sudar, por lo que se dispara y sudan más.

En cambio, la hiperhidrosis secundaria responde a situaciones clínicas subyacentes y suele tener un patrón corporal más generalizado: puede aparecer en diferentes momentos de la vida del paciente en relación a distintos hábitos, enfermedades o problemas (ejemplos: menopausia, ciertas drogas o medicamentos, problemas de tiroides, tumores, etc.). Este tipo deriva de una enfermedad y es el menos frecuente.

 

¿Se puede prevenir?

La hiperhidrosis no puede prevenirse, al menos la primaria. La hiperhidrosis secundaria se relaciona con otros problemas clínicos, por lo que si éstos se controlan quizás la hiperhidrosis puede dominarse mejor.

 

¿En qué consiste el tratamiento?

Actualmente existen muchos y diversos tratamientos para la hiperhidrosis:

 

Tratamiento de la hiperhidrosis con toxina botulínica:

Es una solución cómoda que puede aplicarse en axilas, palmas de manos y plantas de los pies. Se infiltra la toxina mediante agujas muy finas y genera un bloqueo de la función de las glándulas sudoríparas, de manera que reduce la producción de sudor en esas áreas. El tratamiento suele tener una hora de duración y los efectos se alargan durante medio año, más o menos.

 

 Tratamientos médico-dermatológicos:

El clorato de aluminio suele emplearse como antitranspirante, pero puede producir irritación en la piel. También se emplean otras sustancias anticolinérgicas, pero pueden tener efectos secundarios.

 

Tratamientos quirúrgicos:

Una técnica consiste en eliminar las glándulas sudoríparas mediante diversos métodos.

Otro procedimiento es la simpatectomía endoscópica toracoscópica, que inutiliza los ganglios torácicos principales de la cadena paravertebral, responsables de la inervación de la región que se va a tratar. Es una técnica altamente efectiva, pero puede surgir una sudoración de compensación, al aparecer sudoración en zonas que antes de la cirugía no sudaban.

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