Los daños colaterales del tabaco: de las manchas en la piel a la caída del cabello, afecta a nuestra belleza.

Es letal para la salud y además es un auténtico acelerador del envejecimiento. Manchas en la piel, arrugas marcadas, caída del cabello o mayor probabilidad de psoriasis… Y la lista no acaba ahí

Los innumerables daños que el tabaco genera en nuestro cuerpo no solo afectan a la salud. Si creías que fumar tenía un halo de glamour a lo femme fatale del Hollywood de los años 40, despierta, porque fumar mata, estropea tu piel, tus dientes y tu pelo… El perfecto complot contra el organismo.

En nuestra preocupación por la belleza, a diario luchamos contra la falta de hidratación, las agresiones externas como los rayos solares o la polución y tenemos muy identificados a los radicales libres como los malos del cuento. Sin embargo, el tabaco es otro personaje que puede estar acelerando el proceso de envejecimiento de nuestra piel, tanto si fumamos como si somos fumadores pasivos.

La sequedad de la piel y del cabello es tan solo uno de los daños colaterales más fáciles de identificar, y para observar estos cambios, basta con estar expuesto de forma habitual al humo del tabaco. Además, la deshidratación de la piel y del cabello es desencadenante de la temprana aparición de arrugas de una y de la fragilidad de las puntas del otro.

Al fumar introducimos en nuestro organismo alquitrán (relacionado con el desarrollo de cáncer), monóxido de carbono (aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares), nicotina (culpable de la adicción) y sustancias irritantes (responsables de enfermedades respiratorias). Pero ahí no queda la cosa, en la destructiva carrera del tabaco, otro gran perjudicado, aunque bastante desconocido, es el oído. El humo del tabaco, que ataca a los vasos sanguíneos, puede incluso afectar a aquellos que se encuentran en los oídos, dificultando el paso del oxígeno, lo que puede desencadenar pérdida de audición.

Pero la presencia del tabaco en nuestro cuerpo no solo daña gravemente nuestra salud, sino que también interfiere en el aspecto de nuestra piel favoreciendo la aparición de arrugas o la falta de luminosidad, entre otras lindezas; a nuestro cabello, pudiendo contribuir a su caída, y también a las uñas, con el amarillamiento consecuencia del alquitrán. El tabaco es un acelerador del envejecimiento del organismo.

¿CÓMO AFECTA A LA PIEL?

Fumar no solo adelanta la aparición de arrugas, sino que contribuye a que sean más profundas, estrechas y están mucho más concentradas. Con un simple vistazo a las arrugas del contorno de ojos de un fumador se puede apreciar a las popularmente conocidas como ‘patas de gallo’, mucho más concentradas que las de una persona no fumadora. El tono de la piel de un fumador también es mucho más opaco, con un habitual tono de piel más pálido.

Este tipo de alteraciones en la piel se deben al mayor número de radicales libres que alteran el equilibrio entre la elastasa, regulador de la membrana celular, lo que, “provoca la ruptura de las fibras elásticas de la piel y disminuye la producción de colágeno”. Como consecuencia directa de esta falta de colágeno, la piel pierde hidratación, volumen y tersura, lo que contribuye a la formación de arrugas. El monóxido de carbono del humo es otro culpable de que las células no cumplan con sus funciones, ya que la presencia de este gas en nuestro organismo restringe la capacidad de transporte de oxígeno por la sangre dificultando que llegue a la piel.

Y es que, además de causar arrugas más marcadas, una de las zonas que más afectadas se ve es precisamente el contorno de los labios, donde se concentran más arrugas y de mayor profundidad. Otro obstáculo que se encuentran las células de los fumadores es la vasoconstricción y la consiguiente disminución de la circulación periférica, esta vez por otro ingrediente del tabaco, la nicotina y que afecta directamente a la apariencia de la piel.

Recapitulemos, fumar hace que tengamos más arrugas, pero ese no es el único rasgo de la edad que contribuye a envejecer nuestra piel. La proliferación de las manchas también es una consecuencia directa de la exposición al dióxido de nitrógeno y a altos niveles de ozono. Por tanto, perdemos el tono homogéneo de nuestro cutis y también su luminosidad. Este envejecimiento prematuro de la piel se traduce en deshidratación y tono apagado, siendo este el causante de esa pérdida de luminosidad. Pero ahí no queda la cosa porque el tabaco también puede hacer que aparezcan manchas alrededor de los dedos.

TANTO SI FUMAS COMO SI NO LO HACES

Aunque la incidencia del tabaco en nuestra piel está directa y proporcionalmente relacionada con el grado de consumo, el humo del tabaco también incide en los fumadores pasivos, las personas que se encuentran en un ámbito de fumadores y están expuestos al humo del tabaco.

EL CABELLO TAMBIÉN SE RESIENTE

Del mismo modo que en la piel afecta, fumar puede repercutir directamente en la salud del cabello, favoreciendo, entre otras cosas, su caída.

Como consecuencia de la vasoconstricción que genera la nicotina, ni el oxígeno ni los nutrientes llegan a los folículos capilares, lo que puede destruirlos, lo que se puede traducir en ¿lo adivinas? La caída del cabello.

Pero el daño del tabaco en el cabello no supone sólo la posibilidad de su caída prematura, el cabello también pierde luminosidad y se reseca como consecuencia del consumo del tabaco y del contacto con su humo. Las puntas se vuelven más quebradizas y el cabello se ve apagado.

HABLEMOS DEL CÁNCER DE LABIOS

Tanto el calor que desprende el cigarrillo como los compuestos químicos del papel, entre los que destacan los cancerígenos benzopirenos, aumentan las posibilidades de desarrollar un cáncer de labios. Desde la AEDV también señalan a la exposición al sol como el otro gran factor condicionante de este tipo de cáncer.

CÓMO COMBATIR LOS DAÑOS DEL TABACO 

Por supuesto, lo primero, más importante y efectivo es dejar de fumar de inmediato. Otro aspecto altamente útil es llevar una dieta equilibrada rica en antioxidantes, concretamente en vitamina C. La clorofila, presente en los vegetales de hoja verde, así como alimentos que contengan flavonoides.

Tampoco hay que olvidarse de exfoliar la piel dos veces por semana para eliminar las células muertas y estimular la renovación cutánea. Los peelings químicos de uso regular con alfa y betahidróxiácidos ayudan a que la superficie de la piel este libre de impurezas, suciedad y células muertas y recupere, por tanto, su luminosidad, además de contribuir a su mejor hidratación y a su renovación.

Además de seguir una adecuada limpieza, se recomienda hidratación, aparte de complementar estas prácticas con tratamientos específicos antioxidantes y antiedad para los labios, y un cuidado específico para manos.

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