El acné es un trastorno de la piel que ocurre cuando los folículos pilosos se tapan con grasa y células cutáneas muertas. Causa puntos blancos, puntos negros o granos. Es más común entre los adolescentes, aunque afecta a personas de todas las edades.

 

El acné es uno de los problemas faciales más frecuentes entre las personas. Aunque se piensa que se trata de una afección que afecta solo a los adolescentes (alrededor de un 80% de ellos lo tienen), lo cierto es que a partir de los 24 años todavía hay muchas personas que lo sufren, sobre todo las mujeres y es conocido como acné adulto.

 

Los motivos pueden ser varios, ya sea por una mayor secreción sebácea, la obstrucción de los folículos pilosebáceos o por la colonización de las áreas ricas en sebo por el Propionibacterium Acnés. Esta última es la causante de los brotes de acné causados por la mascarilla, bautizado como maskné.

 

Aunque el acné es algo normal que no debería preocuparnos, el principal problema que podemos encontrar son las cicatrices que deja tras de sí.

 

La mascarilla sigue suponiendo un gran obstáculo para las personas que siguen lidiando con el acné, sobre todo si pasan mucho tiempo con ellas puestas.

 

TIPOS DE ACNÉ

 

Como ocurre casi siempre que se intenta dar una clasificación para cualquier patología, no existe un criterio único. Si se toma como punto de referencia el tipo de lesiones, se puede hablar de acné comedoniano, papuloso (o pustuloso), inflamatorio (nódulos o quistes) y cicatricial. Si el criterio escogido es la gravedad de las lesiones, pueden distinguirse tres tipos de:

 

Leve. Existen comedones y sólo algunas pápulas y pústulas.

 

Moderado. El número de lesiones inflamatorias (pápulas y pústulas) es mayor y éstas acabarán dejando como secuelas algunas cicatrices.

 

Grave. La patología acneica se manifiesta con todo tipo de lesiones, incluyendo además gran cantidad de abscesos nodulares, que acabarán causando importantes y extensas cicatrices permanentes.

 

Un tercer criterio es aquel que clasifica los tipos de acné en función de su forma clínica. Según este criterio pueden definirse cinco grandes tipos de acné:

 

Acné vulgar o polimorfo. Es aquél en el que aparecen todo tipo de lesiones. Según la gravedad con que se manifiesta pueden distinguirse dentro de él cuatro tipos o grados.

 

Acné superficial. Como su propio nombre indica, predominan en él las lesiones superficiales, de curso rápido y que desaparecen sin secuelas cicatriciales. Pueden ser de grado I (comedones y pápulas) y de grado II (pápulas y pústulas).

 

Acné profundo. Las lesiones pueden ser de grado III (pústulas y nódulos) o de grado IV (nódulos y quistes). Son lesiones más profundas, de evolución mucho más lenta y que al desaparecer dejan cicatrices de una cierta consideración.

 

Acné conglobata. Es una forma severa de acné que cursa con la formación de grandes abscesos supurantes. Es una patología crónica y que deja como consecuencia la formación de cicatrices irregulares importantes.

 

Acné fulminante. Además de las lesiones descritas hasta el momento, esta modalidad cursa con ulceraciones cutáneas muy dolorosas que pueden acompañarse de fiebre y malestar general.

 

CONSEJOS PARA COMBATIR EL ACNÉ

 

Es necesario lavarse con cuidado la cara por la mañana y por la noche. Una piel grasa debe limpiarse con un jabón especial y permite utilizar un tónico. Sin embargo, una persona que tenga la piel seca tiene que realizar la limpieza diaria con una leche limpiadora, “nunca un tónico ni jabón”. El agua micelar se puede utilizar en todos los tipos de pieles.

 

Además de limpiar la piel, las personas que lo sufren pueden utilizar diariamente cremas hidratantes específicas para reducir la grasa: seboreguladoras o matificantes. Son efectivas porque regulan la producción de grasa, que es lo que induce el acné.

 

Ni los alimentos ni el estrés en sí causan acné. Sin embargo, sí que está muy relacionado con el sobrepeso. Por lo general, una persona con sobrepeso/obesidad que tenga acné, y que decida disminuir su peso, notará que mejorarán sus lesiones.

 

Existen cremas específicas para intentar tratar cicatrices, como por ejemplo, aquellas que contengan ácido retinoico, un derivado de la vitamina A. Además, se pueden tratar mediante técnicas como el láser CO2 fraccionado.

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